A simple vista, parece que estuviésemos hablando de un capítulo de “Las Mil y Una Noches”, pero es una gran realidad: en la actualidad, es posible dormir en el aire, en unas cómodas camas que levitan. Sí, señores, leyeron bien: “levitan”.
Entendiendo el magnetismo de una manera sencilla
Siempre hemos asumido al fascinante y enigmático fenómeno del magnetismo, como algo que solo es útil para efectos industriales, para el transporte masivo japonés (recordemos los famosos “trenes que levitan” en ese país y, en la actualidad, en muchos otros), para ciertos juegos y juguetes e, incluso, para algunos artefactos de uso doméstico.
Desde la niñez, todos experimentábamos con imanes, incesantemente, intentando descubrir de qué se trata ese extraño y fascinante fenómeno, al cabo que no logramos comprender por qué razón unas veces se atraen, al cabo que otras veces se rechazan, hasta que nos lo enseñaron en la asignatura de Física o, tal vez, de Química.
Sin entrar en aburridas y extensas explicaciones técnico-científicas, en las que sería imprescindible plasmar (y entender) complejas ecuaciones matemáticas que parecen de nunca acabar, digamos que todo se debe a los polos magnéticos de los imanes.
Así las cosas, cuando dos imanes se rechazan que, dicho sea de paso, es un fenómeno llamado “repelencia magnética”, se crea una especie de “colchón invisible” que amortigua la presión ejercida en uno o en ambos imanes. Ello, nos permitirá dormir en el aire.
Se trata de una experiencia fascinante y que, incluso, asusta a algunos, sobretodo, a los más pequeños, que no logran comprender el por qué “de eso tan extraño que ni se ve”.
Sin necesidad de habernos extendido en explicaciones que ningún lector hubiese soportado, ya estamos comprendiendo por qué razón vamos a hablar de “camas flotantes”.
El concepto es tan sencillo que, muy seguramente, muchos de ustedes exclamarán “¿y por qué no se me ocurrió a mi algo tan obvio y evidente?”
Veamos, entonces. Se trata, tan sólo, de contar con dos imanes, de cierto tamaño y potencia, eso sí, en los cuatro ángulos de una base que, a su vez, le sirve de soporte al colchón.
Vamos a describirlo, casi que a manera de un profesor: adquirimos un colchón común y corriente. Simultáneamente, compramos una base (una tabla de madera, por ejemplo) que cuente con las mismas dimensiones del colchón adquirido.
Debajo de la base (de la tabla que, recordemos, es de las mismas dimensiones del colchón) colocamos cuatro imanes en las cuatro esquinas de la tabla, de tal manera que queden pegados a esta.
Adecuar imanes en el piso, para poder dormir en el aire
En el piso, a su vez, se colocan otros cuatro imanes del mismo tamaño y potencia (en las mismas posiciones que los ya mencionados).
Anotemos, claro está, que los cuatro pares de imanes deben concordar, a la perfección, en cuanto a su ubicación y, además, que se deben disponer de tal manera que se rechacen y que jamás se atraigan, por cuanto estaremos logrando el efecto contrario al pretendido.
De esta manera, hemos creado esa especie de “bolsa de aire invisible”, que nos permite manifestar que estamos levitando o, para los efectos de la presente publicación, que estamos durmiendo en el aire.
Esto es (manifestado mediante las palabras más sencillas posible) lo que los fabricantes de camas flotantes pondrán a tu disposición, para que puedas disfrutar, realmente, de los más “dulces y magnéticos sueños”.