Las chanclas son uno de los calzados del verano por excelencia, pero su uso tendría que limitarse a playas y piscinas porque utilizarlas de forma habitual, según advierten los podólogos, podría ser «peligroso para la salud» debido al elevado riesgo de lesiones que comportan. Andar con chanclas por la ciudad, como hacen miles de personas, sobre todo turistas, causa inflamación, dolor y cansancio: esguinces, dolor, fracturas o la aparición de juanetes son algunos de los problemas más comunes.
Los expertos avisan que este tipo de calzado tiene que ser evitado por personas con problemas de circulación y también por los diabéticos porque, al tener limitada la sensibilidad a los pies, se arriesgan a sufrir algún tipo de heridas y, incluso, a la aparición de úlceras.
Según el «Col·legi Valencià de Podòlegs», en no ofrecer un apoyo adecuado al pie, hay una tendencia a curvar los dedos para sujetarlas, los pasos que se hacen son más pequeños y hay que hacer un esfuerzo extra al andar, lo cual tensa de forma continua músculos y tendones. Además, es peligroso utilizarlas como calzado habitual porque incrementan el riesgo de accidentes por tropiezos.
Cuáles elegir mejor:
¿Tenemos que renunciar a llevar chanclas? No. Sencillamente, se tiene que limitar el uso a lugares concretos —como la playa— y se tienen que escoger con cuidado. ¿Cómo? Hace falta que sujeten el pie de forma adecuada y que la suela sea gruesa, de material semirígido y de alta densidad, para que amortigüen los golpes al andar y no se doblen. Además, tienen que tener la forma ergonómica del pie para adaptarse a la huella.
Finalmente, los podólogos aconsejan no comprar chanclas excesivamente baratas en tiendas que no estén especializadas en calzado, porque podrían estar fabricadas con materiales poco saludables o incluso tóxicos, y provocar alergias y otros problemas a la piel.